El libro titulado “Las Sergas de Esplandían” del puño y letra del español Garcí Rodríguez de Montalvo, popularizó esta leyenda. El manuscrito data del año 1510 y cuenta travesías caballerescas.
En sus hojas se plasma la cultura de la isla de California. Se habla de ella como un sitio escondido e incorrupto por forasteros. ¿Su ubicación? A la diestra de las Indias.
¿Por qué captaba la atención? Su población era netamente femenina. Cada mujer poseía una belleza singular y una hermosa piel tostada. En sus parajes abundaba oro a la par que perlas. Estos relatos precedieron al arribo de la Corona española.
La isla de California
Un factor que atrajo durante siglos a los exploradores era la cantidad desmedida de oro concentrada en ella. Además, según los relatos dar con él o extraerlo no suponía un reto o una misión descabellada.
Con facilidad y asertividad, que sus mujeres constituían un “ejército dorado”. Porque tanto sus armaduras como equipamientos eran fabricados de oro, dado que carecían de otros metales.
Otro atributo que volvía a California un imán para los forasteros era la presencia de abundantes perlas. Se rumoreaba que era tal la variedad de tonos que resultaban del todo inexpresables.
Las féminas oriundas tenían cuerpos atléticos, sumamente resistentes. Si bien la destreza de sus guerreras podría defender el territorio, la naturaleza también hacía lo suyo. ¿Cómo? Pues ribeteaba sus límites con litorales pedregosos y numerosos precipicios.
Por otra parte, su hermosura seguramente embelesaría a incontables hombres. Unas pobladoras tan particulares, no podrían ser lideradas por alguien sin carácter o presencia.
Entre todas las moradoras de la isla California, la más destacable era precisamente su monarca: Calafia. Su belleza superaba a la que poseían sus coetáneas, le resultaba fácil imponerse. Además su fuerza prevalecía sobre múltiples hombres.
La reina Califa
La justicia con que gobernaba tenía fama de ser inigualable, posiblemente muchos quisiera reproducir hoy tal cualidad. Otras virtudes resaltaban a Califa como su temple espiritual o brío.
Fueron estas características las que mantuvieron en la prosperidad a su pueblo. También la que fomentó que se mantuviese ocultos en áreas apartadas. El relato de Garcí Rodríguez de Montalvo capturó la atención de los lectores.
Parecía que los tesoros, aventuras y mujeres de descomunal belleza eran la fórmula ganadora. Fue esta combinación la que hizo que en 1535 los aventureros españoles arribaran a una isla similar. De hecho, bajo la influencia de aquel libro la bautizaron California.
Las analogías con el islote de la obra les hicieron creer que era un descubrimiento épico. Pero se equivocaron, solo fueron conscientes de ello con la llegada de los misioneros.
Calafia permaneció como una leyenda, quizás escondida con su gente en un paraje todavía desconocido. Sin embargo, se ha popularizado que de ella recibió su nombre el Estado de California ubicado en Estados Unidos.
Los explorados quedaron desilusionados por su búsqueda infructuosa de la región descrita por el español. Así la leyenda de la sabia reina se ha prolongado hasta nuestros días. ¿Te hubiese gustado que la encontrasen?