Saltar al contenido
La casita del horror

La leyenda del taxista

Taxista

Hace ya 30 años, en la hermosa ciudad de San Cristóbal de las Casas – México, un taxista comenzaba su día como otro cualquiera, de pronto se acerca a él una señora vestida de negro que llevaba en sus manos un prominente arreglo floral y  le solicita al taxista el servicio de llevarlas al Panteón de la ciudad.

Ya en marcha, la señora a bordo, con una voz intensa, le dice al taxista que cambie la ruta y se dirija al templo Nuestra Sra. de la Merced. El taxista un poco desconcertado accede, una vez allí la señora le pide que por favor la espere. Ella se adentra al templo, luego de un tiempo, sale del lugar solo para hacerle señas al taxista que esperara un poco más y vuelve a entrar.

Cuando se encuentra nuevamente dentro del taxi continua la ruta hacia otro templo y así sucesivamente hasta caer la noche. Mientras el taxista conducía le era imposible dejar de admirar la delicada y hermosa figura de la señora, él se encontraba encantado con su presencia, incluso sentía que despertaba en él algo de lujuria y deseo.

En ese instante la señora le confianza al conductor que estaba de cumpleaños y como penitencia debía realizar una visita a los templos de la ciudad. El taxista en un intento de halagarla le propone llevarla al punto más alto de la ciudad donde podrían apreciar la belleza de la misma, a lo que la señora en cuestión accedió.

A penas inicia…

Con la luz de la noche mientras observaban la ciudad, el taxista ya un poco en confianza se atreve a preguntarle el porqué de su velo negro, la hermosa señora le hace saber que hay cosas que son mejor ignorar. Este no dio mucha importancia a lo comentado, para él era más que suficiente tener  a semejante mujer de compañía.

Así se fue la hora hasta dar las 11:50 de la noche, como por instinto la señora exaltada le pide que la lleve rápidamente  al Panteón. El taxista se fija en la hora e intenta cuestionar la decisión de la señora a lo que ella insiste diciendo que hay cosas que son mejor ignorar y el saber mucho lo podría pagar muy caro.

Sin más, se dirigió al Panteón y  ya estacionados allí la señora baja del auto y le pide de favor al taxista que pase mañana cobrando la deuda del servicio a una dirección dada, pues justificó había olvidado por completo llevar consigo el dinero; como el taxista se sentía maravillado con ella no tuvo problema alguno.

En la mañana del día siguiente el taxista emocionado por ver a la señora nuevamente se dirige a la dirección acordada; al tocar la puerta aparece un señor algo mayor. El taxista le comenta lo sucedido pero el señor niega que allí viva alguien con las características expuestas.

¡Aún no acababa!

Esto confundió al taxista quien se sintió bastante enfadado, el señor mayor por aliviar los ánimos le invita a que pase y tome una taza de café. Una vez dentro de la casa, el taxista se fija en un retrato de una persona que llamó su atención, al detallar bien la fotografía se da cuenta que era la misma señora a quién le sirvió el día de ayer.

Sintiéndose un poco burlado, le comenta al señor de la casa y le acusa de mentiroso. El señor afligido intenta explicarle que eso era imposible, pues su hija había muerto hace 10 años. Ella se había suicidado por no haber sido correspondida por el amor de un hombre.

El taxista circunspecto, palidece y nervioso huye del lugar. Cuando iba rumbo a su casa creyó ver que en la vía se atravesaba una mujer y por querer frenar a tiempo su auto colisionó y se estrelló contra un árbol perdiendo así la vida de inmediato.

error: ¡¡El contenido está protegido !!