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La casita del horror

La leyenda de la Pascualita

La pascualita

Hace más de 100 años, una mujer tuvo una hija, una preciosa niña que poco a poco creció hasta convertirse en una hermosa mujer, cortejada por muchos.

Finalmente, esta joven conoció a un hombre de quien se enamoró perdidamente y se comprometió, pero un trágico evento frustró su boda justo un día antes.

 La hermosa mujer en quien se había convertido había expulsado su último aliento, desolando a la madre que la había amado, educado y visto crecer día tras día.

Pero ella no permitiría que la vida le arrebatara a su hija, por lo que decidió momificarla, ponerle su vestido de novia y usarla como maniquí en su tienda “La Popular”.

Ahora su hija podría ser para siempre la novia que nunca llegó a ser, congelada en el tiempo y cautivando a todo el pueblo con su innegable belleza.

Origen de la leyenda

Esta leyenda, titulada “La Pascualita” nace en el año 1930, cuando una mujer llamada Pascuala Esparza, colocó frente a la vidriera de su tienda de vestidos de novia un maniquí impresionantemente realista.

Sus ojos profundos, manos sumamente detalladas con nudos, pliegues y hasta huellas digítales, y un rostro de expresión muy natural han hecho eco de una fantasiosa historia que se mantiene vigente hoy.

En torno a ella surgieron muchos comentarios que se continúan esparciendo de boca en boca entre los habitantes y visitantes de esta ciudad que ha generado gran interés turístico por este maniquí.

El mago bailarín

Algunos cuentan que vieron a un mago borracho que la visitaba cada noche y bailaba con ella, estando borracho y celebrando el poco tiempo que podrían volver a estar juntos, ¿sería el novio con quien se casaría?

Ojos vigilantes

Muchas personas aseguran que sienten la mirada del maniquí e inclusive la han captado siguiéndolos con sus ojos. Otros comentarios aseguran que la han visto llorar y cambiar de expresión o postura, pese a ser inmovible.

Posturas

Hay personas que veneran a la novia y hasta la consideran una santidad, incluso hay mujeres que cuando visitan la tienda para comprar su vestido de novia eligen el que tenga puesto el maniquí “porque trae buena suerte”.

Otros sienten aversión por la muñeca y su historia; dicen que cuando pasan por la tienda cruzan de acera y hasta han exigido a las autoridades examinarla para comprobar que se trate de un maniquí, sin obtener respuestas.

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