
Se narra que una noche como cualquier otra, una chica salió a bailar a una discoteca. En ella apareció un hombre muy atractivo, que la invitó a bailar y pasar el rato juntos. Ella aceptó. Ya más tarde el hombre la invitó a salir del lugar para buscar un lugar más privado. Una segunda vez ella aceptó, pero puso una condición.
La joven le dijo que saldría con él a cualquier lugar que deseara, si se subía al toro mecánico y lograba mantenerse ahí durante todo el tiempo del juego. Él aceptó con gusto, asegurando que ganaría con facilidad.
El hombre se montó al juego e inició a moverse tranquilamente, mientras que poco a poco iba incrementando su velocidad, hasta el punto que era prácticamente imposible mantenerse ahí. Producto de ello salió volando una de sus botas.
Fue en ese instante cuando la gente pudo observar que en lugar de pie, aquel hombre poseía una pata de cabra grotesca en su lugar. Las personas salieron despavoridas y la señorita huyó junto a todos ellos. Sin embargo el destino ya estaba echado y en medio de su regreso a casa sufrió un accidente automovilístico.
Se cuenta que el diablo tomó lo que le pertenecía y se llevó a la joven con él.