Hay muchas leyendas mexicanas que datan de la época colonial, pero ninguna como esta, la leyenda de la “calle de la quemada” cuenta la historia de una linda joven de buena familia, adinerada y con cierto estatus social.
Durante el siglo XVI el padre de esta muchacha “Gonzalo Espinosa de Guevara” era un hombre de buena fortuna, dedicado a los negocios y que en temor a que su hija desposara a algún hombre que solo buscara quedarse con su dinero, le prohibió casarse repetidas veces.
Tanto fue el cuidado que le dio este hombre a su hija Beatriz, que la joven ya había rechazado por su cuenta a un centenar de pretendientes, chicos también adinerados, de buena cuna, que a pesar de la timidez de la señorita Beatriz, estos estaban encantados con su hermosura, su blanca piel y sus grandes ojos.
Llego a cumplir los 20 años y aún no contraía matrimonio, esto no le importaba a su padre pues él no deseaba que su hermosa hija se casara con cualquiera, no salía mucho de casa, más que para asistir a la iglesia con su padre los domingos.
Pronto se corrió el rumor de la hermosura de aquella joven que pocas veces dejaba ser vista, al mismo tiempo llego a la ciudad un hombre llamado Martín de Scópoli, italiano adinerado y de mucho poder, que poseía título de Marqués de Franteschelo y Piamonte.
¿Por fin se casaría la joven Beatriz?
Cuentan que luego de una misa la joven junto a su padre se toparon con Martín, quien había escuchado los rumores sobre la muchacha, y que deseaba ver con sus propios ojos a esa hermosa mujer llamada Beatriz.
El encuentro no fue de tanto agrado para su padre, pero Beatriz con madurez le confió a este que sabía muy bien lo que debía hacer, y que además aquel hombre al que acababan de conocer no le llamaba en más mínimo la atención.
Por otro lado, este hombre se encontraba furioso de no lograr la atención de la muchacha, fue tanta su obsesión que mando a desaparecer a todo aquel que alguna vez se le propusiera a Beatriz, de esta manera al ver que no le quedaba ningún pretendiente, no le quedaría de otra que prestarle atención a él.
No pasó mucho tiempo cuando esta se dio cuenta del afán de Martín, ahora tenía miedo de rechazar sus regalos, pues él seguía mandando a matar a cualquier hombre de la ciudad que se cruzara con ella o que si quiera se volteara a verla.
¿Qué le paso a Beatriz?
Habitantes de la ciudad dejaron de verla incluso los domingos, no había respuesta de su paradero, o si su padre la mantenía encerrada. La pobre chica sabía que no tenía otra alternativa que casarse con Martín pero antes de tomar cualquier decisión esta hizo algo de lo que su padre jamás perdono.
Llenó una palangana de metal con carbones al rojo vivo, ardiendo casi en fuego la joven metió la cara en él, era demasiado tarde cuando su padre consiguió a su hija en aquel estado, ya tenía la cara chamuscada y deforme; por fortuna la chica no murió, pero ahora nadie iba a querer casarse con ella nunca.
Esto había sido el plan de Beatriz, si no moría, de todas formas Martín perdería interés en ella y dejaría de acosarla o de matar a más hombres de la ciudad. Se llevó una gran sorpresa pues al encontrarse frente a frente con él, para rechazarlo por una última vez, este le dijo que la amaba pero no por su físico, sino por su bondad y su manera de ser.
Convencida esta vez y en vista de que de todas formas ya nadie más se fijaría en ella, la joven por fin acepto y el día de la boda nadie pudo ver lo que le había hecho a su rostro, llevo el velo durante todo el evento y después si se encontraba de paseo o en misa, siempre cargaba un velo negro.
La leyenda dice, que aun en algunas calles, deambula Beatriz, con vestido y velo negro, lamentando haberse hecho tal daño a su hermoso rostro.