
Existen diferentes leyendas que hablan acerca de lugares encantados, una de ellas es la del cerro del mercado, un lugar ubicado en el norte del centro histórico de la ciudad de Durango.
Se sabe que en aquel sitio podrás encontrar una cueva que se abre todos los días alrededor de las 12 de la noche, de la que emerge un enorme toro negro, con cuernos de oro y que lanza fuego por el hocico.
La siguiente historia pertenece a Martín Hernández, quien trabajo como conserje en la Escuela Secundaria Mariano Balleza de Canatlan en Durango. El ahora anciano afirma que mientras caminaba por esa zona se encontró con el mencionado toro, buscando clavarle su cornamenta en la menor oportunidad.
Martín apenas tuvo tiempo para esquivar la embestida del poderoso animal, y correr tan rápido como sus piernas le permitieron, para refugiarse en la primera cueva que encontró.
Mientras se adentraba en aquel sitio, llego a una especie de lago subterráneo, donde una serpiente se le enredó en el brazo. El hombre describió a aquel reptil con un diámetro de 20 centímetros, pero con una longitud de 6 metros.
Al verse apresado por el descomunal anfibio, le paso su lengua por el rostro, dejando restos de saliva por toda su cara.
Inexplicablemente, este acto provoco una especie de adrenalina que le ayudo a continuar su camino. Aquel ser se desenredó de su brazo pocos segundos después, y lo dejo ir tratando de que siguiera una ruta que lo dirigía a una luz.
Martín aseguró que al aproximarse a la luz pudo encontrar un tesoro gigantesco compuesto por joyas, anillos y collares de oro. Aquel tesoro era tan grande que sería difícil de extraer.
Mientras Martín recorría esta zona con grandes riquezas, apareció una mujer que lo sorprendió. Él por su parte se quedó admirado con su belleza, pero también desconcertado porque jamás la vio acercarse a su lado.
La mujer le regresaba la mirada, lo observo y le dijo que ahora todo aquel tesoro seria de su propiedad, ya que logro hacer aquello que nadie más había hecho, es decir, adentrarse a la cueva y llegar a aquella cámara, sin embargo, no podría sacar absolutamente nada de aquellas paredes que lo ocultaban, pues solo lo podría llevar en su mente.
Aquella mujer apenas cruzó algunas palabras con Martín cuando el toro con cuernos de oro se hizo presente. Martín inmediatamente se hizo a un lado logrando esquivar una embestida que casi le clavo. Corrió como alma que miro al diablo fuera de la cueva, siendo expulsado por el animal.
Martín aseguró que después de haber sido correteado por el toro y expulsado por este, le fue imposible regresar para buscar el oro, la entrada desapareció inmediatamente, tal como lo dijo la mujer, únicamente lo saco en sus recuerdos.