La Ciudad de Guanajuato, ubicada en el centro norte de México, es una localidad rodeada de mitos y fábulas urbanas que han transcurrido de generación en generación.
Aquí nace la leyenda de la Plazuela de los Carcamanes, un relato pasional que conlleva al lamentable fallecimiento de todos sus personajes.
Nos remontamos al siglo XIX, cuando la ciudad en plena expansión, recibe a dos hermanos comerciantes provenientes de Europa. Arturo y Nicolás Karkaman, eran unos jóvenes acaudalados, que decidieron desarrollar sus actividades en el mercado municipal.
Fama y resultados
Los hombres tomaron mucha fama entre los pobladores; su peculiar apellido adquirió un lenguaje coloquial entre vecinos, quienes los llamaron “Los Carcamanes”.
Arturo y Nicolás, se residenciaron en un edificio compuesto por 3 pisos, diagonal a la Plazuela de San José, cercana a la iglesia del mismo nombre. Allí, vivían en el entresuelo y compartían experiencias con los habitantes del sector.
Corría el año de 1803 en esta tranquila ciudad; sin embargo, la mañana del 02 de junio, se descubre un terrible suceso: Han asesinado a los hermanos Carcamanes. La policía al situarse en la escena del crimen, levanta la hipótesis del robo como móvil de los decesos, pero la realidad era otra.
En el edificio de residencia, yacía un tercer cuerpo. Una dama con una belleza digna de la mujer mexicana, ha sido descubierta con una herida en el corazón.
Muchas interrogantes surgieron en el suceso, hasta que la verdad salió a la luz. La joven doncella, cuyo nombre desconocemos, decidió emprender una relación amorosa con ambos hermanos. Algunos dicen que por ambición o frivolidad, la fémina jugaba con el amor de ambos caballeros, sin pensar en las consecuencias que esto atraería.
Arturo, al enterarse de la situación, se sintió herido y traicionado por su hermano y única familia en el mundo. De igual manera, desconsolado y destrozado por perder al amor de su vida, decidió emprender venganza en contra de la mujer.
¡Aún había más!
La ira lo consumió, no podía entender cómo era merecedor de tanta bajeza. Por ello tomó un cuchillo, se dirigió al hogar de su novia y sin mediar palabra, le clavo el afilado instrumento en el corazón, acabando con ella, del mismo modo que ella, le había destrozado.
Seguidamente, esperó a que su hermano llegase a casa y le reclamó la situación. Entre ellos surgió una fuerte discusión, que desencadenó la muerte de Nicolás por heridas punzo penetrantes. Era tanta la desesperación y odio que corroía a Arturo, que al tomar consciencia de sus actos, se suicidó.
Desde ese entonces, extraños acontecimientos suceden entre el edificio y la Plazuela de San José. Al adentrarse la noche, se escucha el lamento de las almas de los tres amantes condenadas a vagar por sus pecados, su castigo es penar y no descansar en paz.
Algunos religiosos y hombres de fe han acudido a bendecir las instalaciones por donde se manifiestan los espíritus, pero el pecado cometido es tal, que deben pagar la penitencia divina impuesta por su actuar.