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La casita del horror

La leyenda del tesoro del tío Pereyra

El tesoro del tío Pereyra

Se cuenta que hace mucho tiempo, mucho más del que se puede recordar, haya por las lejanas tierras de Nuevo León, existía un hombre que trabajaba en las minas de Iguana y de Vallecillo. El hombre trabajaba arduamente todo el día, todos los días, y al finalizar su jornada, llevaba a su mujer montada en una mula al a que le colocaban unos sacos que secretamente cargaban de plata robada.

El minero y su mujer transitaban aquellas tierras, justo hasta donde la corriente de agua se juntaba con la del río. Ahí, el hombre dejaba sentada a su mujer, y caminaba unos cien pasos para discretamente esconder su gran fortuna. Con el pasar del tiempo se fue acumulando.

Desgraciadamente la vida no la tenemos comprada, y un día el hombre falleció sin que la mujer supiera el lugar exacto donde escondió el dinero. La mujer tratando de hallarlo terminó confesando a sus vecinos, quienes iniciaron la búsqueda. Aunque finalmente no obtuvo nada.

Se cuenta que algún tiempo después finalmente lo hallaron, y para asegurarse de no perder el lugar marcaron el camino.

Aquellos afortunados no paraban de reír imaginando lo inmensamente ricos que se volverían, pero a su llegada notaron que las marcas habían desaparecido, e intentando seguir sus antiguos pasos no lograron nada.

Se cuenta que durante las noches una especie de flama aparece para indicar el camino donde ese tesoro está enterrado hasta el día de hoy.

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