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La casita del horror

La leyenda de Ixchel e Itzamna

Ixchel e Itzamna

Esta leyenda corresponde a los antiguos mayas y se narra justamente en el pueblo de Xcaret. Aconteció hace mucho tiempo, cuando aún no existía la luna y el sol, e incluso los dioses que habitaban la tierra aún eran mortales.

En ese entonces vivió Ixchel, una mujer de inigualable belleza que atraía a cientos y cientos de pretendientes que le prometían amor y felicidad si los elegía como sus enamorados, sin embargo, ella no tenía interés en ninguno de ellos.

Un día como cualquier otro apareció Itzamná, un guerrero muy guapo del que quedó enamorada instantáneamente, y de igual manera, él la miró con un amor que fue creciendo poco a poco, mientras se iban frecuentando más y más.

Nuestra historia en este punto tendría un giro de 360 grados, pues Ixtab, la hermana de Ixchel, desconociendo el amor que se daba entre Ixchel convocó a una batalla en la que participarían todos aquellos que desearan el corazón de su hermana.

La arena de encuentros y combates

Los combates no se hicieron esperar y en el torneo cada vez que peleaba Itzamná, a Ixchele se le salía el corazón de la angustia, por fortuna en cada uno de ellos ganó y finalmente la última batalla se llevaría a cabo.

Durante cada instante Itzamná mantuvo la ventaja, sus movimientos eran rápidos y certeros, no había duda de quién ganaría el corazón de la doncella, sin embargo en el último instante, su rival le arrojó tierra a los ojos y en cuestión de segundos acabó con la vida de Itzamná.

En ese instante Ixchel salió corriendo a socorrer a su amado. Al mirarlo morir en sus brazos salió de la arena y se suicidó para reunirse con él en la otra vida.

Al entrar en razón de lo que había sucedido, Ixtab maldijo a aquel que con trampas ganó aquel encuentro, transformándose en la diosa del suicidio. En cuanto a Ixchel e Itzamna se dice que se elevaron al cielo transformándose en el sol y la luna, creando el día y la noche, la luz y la oscuridad, permaneciendo juntos por toda la eternidad.

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