Esta podría ser considerada una de las historias más tristes que rondan. La loca Zulley, pues no solo dejó a una mujer sumamente decepcionada, sino que también deja a toda una comunidad con un sin fin de incógnitas que nunca se lograron resolver. Pero a todo esto ¿Que sucedió?
Los novios y su amor
Desgraciadamente no se tienen registros de la fecha en que sucedió esta historia, pero si los nombres de los protagonistas empezando por Claudia Zulley, la hija de una familia acomodada, a la que le gustaba usar vestidos elegantes muy llamativos a simple vista, y que solía pasear por las calles cada día.
En una ocasión esta señorita paseaba como de costumbre cuando conoció a su primer y único amor Rodolfo, quien correspondió al afecto y se volvieron una pareja que paseaba y reían durante largos momentos cuando se les hallaba juntos.
Los años transcurrieron, y finalmente Rodolfo consideró que había llegado la hora de sentar cabeza, y con un anillo de oro blanco y una piedra acerina negra le propuso matrimonio a su enamorada Claudia.
La dama estaba regocijada de alegría por tal petición y aceptó llena de felicidad. Ambos charlaron por largas horas imaginando la vida que pronto les esperaba como marido y mujer, y en medio de risas y recuerdos Rodolfo le pidió a Claudia que lo amara por siempre, sin importar que sucediera. Ella aceptó.
Se iniciaron los preparativos, las invitaciones fueron enviadas, las flores elegidas y el padre finalmente abrió las puertas de la iglesia para la gran ocasión.
La boda
Claudia lucía más que espectacular, bella y hermosa como cualquier mujer en su gran día. Sin embargo, cuando el novio debía llegar no apareció.
Los invitados quedaron extrañados por esto, pero Claudia sin perder la fe en su novio, siguió ahí en el altar esperando impacientemente. Desgraciadamente los segundos se transformaron en minutos y estos mismos después en horas, dejando en claro que este no aparecería.
Esto fue devastador para los invitados, quienes poco a poco iniciaron a murmurar a espaldas de Claudia sintiendo una gran pena por ella, que la habían dejado plantada en el altar y quienes la llevaron a su hogar muy a pesar de que la novia no dudaba que Rodolfo, aparecería en cualquier momento para darle una explicación.
Claudia jamás perdió la fe, nunca dudó del amor que sentían mutuamente. Ambos se juraron amor eterno aquel día, y ella prometió amarlo por siempre sin importar que sucediera.
El tiempo siguió su curso y ella lo siguió esperando, en su hogar, en las calles cercanas. Pronto se le vio deambulando con su vestido blanco confundiendo a extraños con Rodolfo, a quienes perseguía hasta percatarse de que no se trataban de él.
Tiempo más tarde ella terminó muriendo, aunque no se sabe exactamente porque, si fue de tristeza o de causas naturales, lo que sí sabemos es que fue enterrada en el panteón del Tecuán, detrás del Templo de San Miguelito.
Ya mucho tiempo después este lugar fue transformado en la escuela Manuel José Othón, donde se halló aquel anillo que cargó consigo aquel día y le fue ofrecido a la virgen de la soledad. Actualmente está lo lleva en su dedo de la mano izquierda.