
Según una vieja leyenda, una bella princesa de nombre Huanita, que pertenecía a la comunidad indígena purépecha, estaba completamente enamorada de un joven llamado Tangáxhuan, quien era heredero de Tariácuri, a pesar de que era su sobrino, ya que el poderoso hombre no tenía descendientes.
Tariácuri era, nada más y nada menos, que el fundador del imperio Purépecha, que tuvo influencia sobre todo el territorio que hoy en día conforma al estado mexicano de Michoacán, así como parte de sus vecinos Guanajuato y Jalisco.
Un día, Huanita se encontraba caminando como solía hacerlo siempre para admirar la naturaleza, pero fue sorprendida por un sacerdote sacrílego, que según la leyenda se llamaba Candó, quien la tomó por la fuerza y se la llevó secuestrada. Pese a que Huanita trató de defenderse, sus intentos fueron en vano.
Candó se la llevó hasta una yácata (así le llamaban en la cultura prehistórica michoacana a una estructura en forma de pirámide) en Cutzé, en donde la mantuvo encerrada y alejada de la sociedad.
Una vez en el sitio, el dolor de Huanita era incesante. Estaba desesperada por salir de ese lugar y reencontrarse con su familia y su amado Tangáxhuan, pero pasaban y pasaban las horas y seguía presa, y llegó a pensar que nunca más volvería a recobrar su libertad.
Fue tanto el dolor de Huanita, que sus lágrimas crearon un lago. He allí la razón por la que Camécuaro tenga como significado “lugar de la amargura oculta”.
Su rescate y algo más
Por otra parte, Tangáxhuan desesperado por no tener noticias sobre Huanita, la buscó de forma desesperada por todos los lugares, hasta que por fin supo gracias a sus indagaciones en donde se encontraba encerrada Huanita.
Sin dudarlo ni un segundo, Tangáxhuan salió a la búsqueda de su amada princesa. Estaba decidido a hacer todo lo que fuera necesario para traerla de regreso sana y salva.
Mientras bajaba por los cerros que rodeaban a la yácata pudo observar de lejos a Candó, el sacerdote que tenía encerrada a Huanita.
Fue en ese momento cuando Tangáxhuan sabía que tenía que actuar. Por ello inmediatamente disparó una flecha en la dirección en la que se encontraba Candó. Tuvo éxito, la flecha atravesó el cuerpo del secuestrador.
La flecha siguió su camino hasta que se clavó en un árbol sabino, el cual se partió. Debido a este acontecimiento, comenzó a brotar un manantial de agua verde que no se seca.
El Lago
El lago de Camécuaro envuelve muchas historias. Se dice que a muchas personas que han nadado en él se les aparece la figura de una bella mujer.
Las personas suelen quedar impresionados con esta figura femenina, sin imaginarse el destino que van a tener. Y es que, según la leyenda, esta hermosa mujer procede a jalarles los pies para mantenerlos con ellas para siempre.
El lago de Camécuaro se encuentra en el municipio Tangacícuaro, que queda a cinco horas de distancia de la Ciudad de México en un viaje por carretera. En el año 1940 fue declarado como Parque Nacional por el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río.