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La casita del horror

La leyenda de la enfermera Eva

Antiguamente, en los poblados y caseríos se contaba con escasos médicos. Cosa parecida ocurría con quienes ejercían la enfermería. Mucho sufrían los pobladores que morían de forma numerosa por falta de asistencia.

Por otra parte, es bien conocido que si la comunidad contaba con algún médico o enfermera a este no paraban de llegarle nuevos pacientes. Así de ajetreada era la rutina de la enfermera Eva.

Se cuenta que tenía por hogar cierto rancho cercano a Tijuana. ¿Qué si agradaba a las gentes de aquellos lares? Le tenían auténtica confianza. Eva gozaba de buena fama por su nobleza en socorrer a quienes sufrían accidentes o cualquier clase de padecimientos.

Ni la hora ni las distancias la detenían en prestar asistencia a los más sufrientes.

El favor

Por eso, no extrañó a nadie cuando una doña le imploró con el rostro compungido de angustia su asistencia médica. ¿Por qué tanta insistencia? La pobre señora contó a la enfermera Eva que su esposo estaba muy mal y le urgía ser atendido.

Como era propio, la enfermera Eva preguntó qué aquejaba al hombre. La señora explicó que sufría terribles padecimientos gástricos que le provocaron insomnio.

La joven mujer vio que la necesidad era real y pidió la dirección para socorrer al hombre. Sin embargo, la orientación fue como un balde de agua fría para ella: los esposos vivían próximos a la Rumorosa.

La enfermera Eva
La enfermera Eva

La enfermera Eva se contuvo de exteriorizar el miedo que le producía la zona. Solo alegó que era un área distante, pero no se escudó en ello para ignorar su deber.

Al contrario, explicó que inicialmente trataría a una vecina quebrantada de salud y luego caminaría a la casa del matrimonio. Tan agradecida como aliviada, la señora le ofreció las señas para llegar al lugar y se retiró.

La Rumorosa

Tal cual había dicho, la enfermera Eva equipada con sus menesteres atendió a su vecina y después se encaminó a La Rumorosa. Dicho sector era evitado tanto como era posible por los tijuanenses, era considerado como una localidad siniestra.

La enfermera Eva caminaba soportando las altísimas temperaturas propias del mediodía. Cuenta la leyenda que por las prisas, tomó el camino erróneo. Seguía su andar, angustiada porque no encontraba la vivienda que más temprano le describieran.

Por otra parte, seguía aferrada a la idea de que estaba en la ruta correcta. Pasó una hora tras otra sin resultado alguno y empezó a ocultarse el sol. La sed y el hambre hacían estragos en su cuerpo, pero procuró no ceder a la presión.

Alzó la mirada, pero estaba rodeada solo por peñascos. Desde allí el terror se apoderó de ella. No eran pocos los cuentos que corrían sobre hechiceras, espectros y demás eventos siniestros que se daban en esos lares.

Resuelta retomó el sendero, intentando controlarse y se abrió pasó entre los peñascos. Sin embargo, a esas horas la visión de esos parajes mutaba: parecían personas desfiguradas y bestias parlantes que repetían su nombre.

No supo reaccionar de otra forma, aligeró el paso hasta la carrera. Aquello la hizo perder el equilibrio y junto a él, la consciencia. Un día tras otro tuvo lugar, sin que la encontrasen en ningún rincón.

Buscando La Rumorosa

Nunca le vieron otra vez con vida. Sin embargo, cuentan los viejos que una mujer vestida de enfermera solicitaba un aventón por esos lugares. Para mayor complicación, en ese tramo de la ruta resultaba imposible hacer una pausa por lo enrevesado del camino.

¡Tremendo sobresalto que se llevaban los conductores! Porque en un parpadean tenían a la señorita por pasajera. Sin mediar palabra, solo se “bajaba” cuando llegaban al cementerio.

Estos eventos provocaron múltiples accidentes. Sin embargo, existe una segunda versión. Se cree que diversos enfermos han sido atendidos en la Cruz Roja de Tecate por una enfermera misteriosa.

Ella era muy cautelosa al atender a los enfermos, pero se “iba” cuando llegaba la profesional de turno.

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