La abuela Mariana era una anciana que habitaba en el pueblo de Campeche. Es importante mencionar que todos los hijos de esta doña habían fallecido como resultado de una grave epidemia que sufrió la ciudad. Y si esto no era suficiente, la región donde se encontraba estaba siendo azotada por un terrible clima, que generaba como consecuencia que los alimentos escasearan.
Sin embargo, no todo era trágico para esta señora, pues aún conservaba con ella a su nieto, el cual sobrevivió a todos los males mencionados anteriormente. Él era la única compañía de la abuela Mariana.
No obstante, debido a la necesidad, tuvo que lanzarse al mar a buscar alimentos, por lo que se convirtió en pescador. Aunque su abuela no estaba de acuerdo con su decisión, tuvo que aceptarlo, pues no existía otra forma de adquirir la comida.
Gran parte de los hombres del pueblo fueron al mar en busca de alimentos, pese al terrible clima. Pero todo salió bien y estos regresaron con sus familias venciendo a las condiciones climáticas, además de que la oportunidad le sirvió al nieto de la abuela Mariana para ser reconocido por todos en la comunidad como el mejor pescador.
Era costumbre de la abuela Mariana encomendar a su nieto a la Virgen de Guadalupe siempre que este se iba a pescar. Y es por esta razón que las personas podían encontrársela en la iglesia rezando por su nieto y el resto de hombres que se aventuraban a altamar en busca de alimentos.
Todo iba bien, hasta que una tarde, se asomó una terrible tormenta en la región, por lo que todas las mujeres se congregaron en el muelle para esperar a que regresaran los pescadores, aunque no se veía ningún barco. Mientras, la abuela Mariana se hallaba rezando en la iglesia, pero no le dio tiempo a terminar sus oraciones, cuando se trasladó al muelle.
Por su edad, le era complicado caminar. Y cuando finalmente llegó, algunos hombres habían regresado, por lo que se sintió aliviada, aunque esto no le duró mucho, ya que vio que estos traían el cuerpo sin vida de un joven, era su nieto. De esta forma, su más grande temor se hizo realidad.
Doña Mariana tomó a su nieto fallecido y sin ayuda lo llevó a la iglesia. Solo cuando llegó fue que rompió a llorar. Entre sus lágrimas maldecía al mar por quitarle a su nieto y rogaba a Dios y la Virgen que la llevaran junto a su nieto e hijos, pues no tenía razón de vivir.
A la mañana siguiente, el sacerdote de la iglesia se encontró con la señora Mariana dormida cerca del cadáver de su nieto, por lo que este acudió a despertarla, pero no tuvo éxito, pues había fallecido también.
Se dice que cuando hay mal clima, se puede ver la silueta de la anciana rezando por la vida de todos los pescadores.