Las leyendas que involucran animales suelen narrar historias en las que alguna o algunas mascotas actúan como héroes para sus amos, tal vez sea por eso que la leyenda de la laguna encantada es un poco diferente.
Este relato ha pasado de generación en generación aterrando a las personas de San Francisco de Campeche, dejándonos una sensación de terror, ya que no se saben los motivos por los que se llegó a esta situación.
Un inicio trágico y complicado.
Este relato comenzó mucho antes de que un infante llegara al mundo, de hecho, inicio cuando una mujer quedó embarazada de su marido, y por algún giro del destino y desfortuna este mismo enfermo de un raro padecimiento, que lo llevo a caer en cama y más adelante a perder la vida.
No hace falta mencionar que este acontecimiento fue un golpe muy duro para su esposa María, que la dejo en una situación precaria y desfavorable.
No sabría decir si por suerte o desfortuna, su esposo le dejo una pequeña herencia algo inusual, un cántaro misterioso, que paso de generación en generación durante muchos años, un perro llamado Oso, y finalmente unas tierras en las que podría cultivar alimentos para mantenerse.
La situación era complicada. La mujer debía salir muy temprano para trabajar las tierras y obtener algo de comer, pero no podía sacar al infante a tales horas de la madrugada, pues podría terminar con alguna enfermedad grave, mientras que por otro lado, dejarlo durmiendo, significaría desatenderlo por horas.
Después de plantearse de diversas formas la situación, finalmente decidió dejar al infante en casa, saliendo muy temprano por la mañana y volviendo cada dos o tres horas para revisar al niño, esto también provoco que sus actividades se alentaran demasiado, agotándose el doble de lo normal y terminar exhausta al terminar el día.
Un pleito de nunca acabar.
¿Recuerdas el jarro que mencione en la herencia?
Si, ese cántaro misterioso que paso de generación en generación. Al igual que otros objetos este sirvió muy bien para cargar agua cada vez que regresaba a casa, lo cargaba vacío y cuando volvía en una de sus tantas vueltas, lo llenaba, una y otra vez.
Aunque se organizó para hacer las cosas lo mejor que pudo, todas las mañanas, al llegar del campo su niño se encontraba llorando amargamente, sin cesar, sin dar un respiro y solo. Oso por su lado ni se inmutaba, dormía ajeno a todo lo ocurrido a su alrededor.
La señora al mirar a Oso echado se encolerizaba con el animal, gritaba exigiéndole cuidar del pequeñín en su ausencia, llegando incluso a golpear al pobre para que obedeciera, mientras lo llamaba inútil y que no servía para nada.
Tal vez el cansancio de la mujer hacía que perdierá la razón.
Una vez que los regaños y el mal humor pasaban, la señora tomaba su cántaro y lo vaciaba en un barril que tenía dentro de su hogar. Extrañamente cada vez que sucedía esto, Oso iniciaba a llorar aullando desconsoladamente. Esos aullidos eran desesperados, angustiosos y de cierta forma aterradores.
La señora María creyó que el animal recordaba a su difunto marido en esos instantes, y aullaba recordándolo, pero lo que no se explicaba era como se percataba de sus acciones cuando lo sacaba de casa. Ella hacia esto para evitar ese lastimoso momento, pero no funcionaba.
La desgracia la perseguía.
Nadie ve el futuro y aquella dama no era la excepción, no tenía idea de la desgracia que se aproximaba a su vida y el golpe tan duro que recibiría.
Un día cuando salió como de costumbre a su cultivo, se topó con la desagradable sorpresa de que su cosecha fue destruida por animales hambrientos, quienes devoraron la gran mayoría de su plantío, la dejaron prácticamente sin nada. Estaba furiosa, pero no había nada que hacer, el daño ya estaba hecho.
María recogió lo poco que quedo en el lugar y decidió volver a casa, pero cuando se disponía a tomar su camino, miro como algunos animales intentaban salir huyendo con su cántaro. Por fortuna logro detenerlos, y volvió a casa, no sin antes pasar a llenar su recipiente con agua para lo que se pudiera ofrecer en lo que restaba del día.
El niño y el perro.
El camino de vuelta a su hogar le dio el tiempo para meditar que sucedería a partir de ahora, miro su casa a lo lejos, y en ese instante escucho el llanto de su bebe más fuerte y desesperado que en otras ocasiones, se apresuró para mirar a su niño y de la nada aquel sonido de desesperación se detuvo de golpe. Esto lejos de tranquilizarla la perturbo aún más, ¿Qué había sucedido con su bebe? ¿Por qué se detuvieron sus gritos?, ¿Está bien?
La madre corrió en ese momento y con algo de temor abrió la puerta de su casa, observo la mecedora del bebe, y para su sorpresa Oso, su perro, estaba meciéndolo, pero de una manera muy extraña, aquel canino mostraba una sonrisa casi burlesca, en eso, volteo a mirar a su hijo y este la observo con unos ojos carentes de alma, mientras reía maliciosamente.
En ese momento María sintió un gran escalofrío recorriendo su espina dorsal, provocando que tirara el cántaro de agua que llevaba consigo. En ese instante se partió el recipiente, y del lugar donde se quebró emano una gran cantidad de agua que inundo cada rincón de la casa, sin dejar que Maria, Oso o él bebe escaparan del sitio.
¿Por qué le llaman la laguna encantada?
Bueno existen diferentes motivos por el que le llaman la laguna encantada, una de ellas es la leyenda que te acabo de contar, la cual le da un origen místico o paranormal, otro de ellos es porque mucha gente afirma que en este sitio pueden encontrarse muchos aluxes que le juegan bromas a los forasteros que cruzan por ahí, buscando proteger su territorio.
Este sitio es poco frecuentado por las personas, por los peligros que esconde en sus aguas, ya que está infestada de cocodrilos que con gusto te transformarían en su cena si te descuidas un instante.