¿Alguna vez has escuchado la leyenda del Maíz?
Exactamente, así como te lo digo, este grano tan común en todo México posee su propia leyenda, y no podrás creer como lo obtuvieron nuestros ancestros.
Esta historia se remonta a la época de los antiguos aztecas, mucho antes de que estos se transformaran en una de las naciones más poderosas de la región. De hecho, se cuenta que sin la ayuda del maíz estos jamás hubieran prosperado como lo hicieron.
En aquel entonces los aztecas se alimentaban de las pocas raíces y animales que lograban encontrar. La gente estaba mal nutrida, con cuerpos delgados y anémicos. El maíz por su lado no era un alimento accesible, se hallaba oculto en lo más profundo de las montañas donde pocos se atrevían a aventurarse.
Los dioses tratando de ayudar fueron hasta las montañas, y con todas sus fuerzas las jalaron para separarlas, pero por más que intentaron no cedieron, de hecho no lograron moverlas ni un centímetro, su descomunal peso demostró ser un problema que no sería fácil de superar.
La gente siguió buscando soluciones y acudieron a Quetsalcoatl, a quien expusieron el problema que tenían, contándole que de no obtener alimentos perderían a mucha gente.
Sus súplicas fueron escuchadas por el dios y prometió traer consigo el preciado grano de maíz, pero a diferencia de sus hermanos no intentaría mover las montañas usando su fuerza, y en cambio usaría su inteligencia, se transformó en una hormiga negra y acudió a una hormiga roja, a la que vio unos días atrás cargando uno de los preciados granos.
Quetzalcóatl le pidió a la hormiga roja que fuera su guía, y aunque en un principio esta se negó finalmente acepto. Ambas emprendieron el camino.
Tardaron en llegar a su destino, cruzaron toda clase de obstáculos y finalmente avistaron el preciado grano en una mazorca, dorado como el oro. La hormiga negra buscó el mejor de todos los granos, lo arranco con sus mandíbulas y emprendió el camino de regreso, y si pensabas que este era el final estás muy equivocado, pues su travesía esta vez presentaría el doble de obstáculos y el peso del grano lo dificultaba aún más.
Las personas perdían poco a poco la esperanza, parecía que el hambre acabaría con cada uno de ellos, y cuando creyeron que todo estaba perdido. Dos hormigas, una roja, y una negra, aparecieron a lo lejos, cargando el grano dorado consigo.
La hormiga negra entregó el grano a uno de los hombres que lo esperaba, ordenando sembrarlo en la tierra más fértil, y cultivarlo con el mayor cuidado posible. Así lo hicieron, y una vez que esta germino y arrojo otras mazorcas, repitieron el proceso hasta obtener el suficiente alimento para la gente.
Se dice que gracias a la llegada de este alimento, los aztecas crecieron fuertes y prósperos levantando ciudades enteras, fortalezas y una civilización poderosa. En cuanto a Quetzalcóatl, fue venerado por aquella civilización, recordado como el dios amigo de los hombres.