Este relato nos transporta al pasado, específicamente a aquella época donde los españoles aún se encontraban realizando excursiones y expediciones en pleno Mar de Cortés. Actualmente, a este se le conoce como Playa Coromuel, y se encuentra en Baja California Sur.
En ese lugar, existía una tribu, en la cual el jefe de esta tenía una hija hermosa, que estaba comprometida.
De forma frecuente, esta salía a caminar varias veces en el día. La mayoría de ocasiones era para ayudar a su tribu con las labores de recolectar frutos. Sin embargo, y sin previo aviso, un día llegó a puerto una embarcación. Pero de esta no se bajó nadie. Algunos cuentan que esta tripulación estaba escapando de alguien, otros alegan que tenían consigo un tesoro.
Lo cierto es que pasaban los días, y el barco seguía en el mismo lugar. Esto es algo que causó el desagrado y desconfianza de la tribu.
Los días siguieron pasando y la hija del jefe seguía con su rutina de salir a caminar, hasta que repentinamente se encontró a un hombre elegante y muy alto. Rápidamente hubo una conexión sentimental y emocional entre ambos. Esto hizo que arreglaran para encontrarse todos los días, conversar y compartir un poco.
Sin embargo, la alegría fue efímera, ya que un día la pareja de la joven los sorprendió y retó a un duelo al hombre que quería alejarlo de su prometida.
Y así fue. Llegó el día del duelo, donde ambos hombres se golpearon y gritaron a más no poder, pero la pelea sería interrumpida por un terrible accidente, en el cual los dos caerían desde lo más alto del cerro, se lastimaron durante la caída con árboles hasta terminar muertos en el mar.
Esto conmocionó a todos los espectadores, pero más a la mujer, la cual sintió que todo era su culpa y que la tribu la iba a rechazar. Debido a esto, tomó la decisión de lanzarse del cerro para quitarse la vida, al igual que sucedió con los hombres.
Desde ese instante, el cerró adoptó la forma de calaveras, tres para ser exactos. En el centro estaría la mujer, y a su lado los hombres.