A tan solo 3km del pueblo “El Triunfo”. El área de El Zacatón fue el escenario donde todo ocurrió, la historia comienza con un embarazo un tanto particular.
Paula no salía de su asombro cuando descubrió que estaba en la dulce espera. Este embarazo era especialmente “dulce” considerando que ella y su esposo superaban los 60 años.
De hecho, él ya se había jubilado del ejército. Finalmente, dio a luz a una niñita totalmente preciosa: Irenea. Tenía una tez nívea, ojos de un vibrante verde y sus cabellos rojos como el fuego.
Su particular apariencia, desencadenó un sinfín de rumores y maldiciones contra ella. No todos tienen el cristal correcto para ver la belleza, algunos son incapaces de verlo. Así le ocurrió a Irenea, incluso la consideraron demoníaca.
Una niña que desencajaba
Irenea demostró ser muy inteligente, a pesar de su corta edad se expresaba con fluidez. Fue prematura, haciendo al año lo que otros niños harían con tres. Los rumores la perseguían, las peculiaridades no se limitan a su desarrollo.
A todos los vecinos extrañaba su apariencia: una niña tan blanca, pero de familiares de tez oscura. Tanto sus papás como hermanos compartían ojos oscuros y piel morena.
El incidente
Si bien los rumores la perseguían, los altercados alcanzarían un nuevo significado aquel triste doce de diciembre. Parecía un día común, los pobladores se dieron cita en la parroquia para conmemorar a la Virgen de Guadalupe.
De improvisto Irenea se mostró sumamente inquieta, le pidió a su mamá de forma febril que salieran del templo. Jaló la falda de ella y no cesó en su petición, diciendo que el techo se vendría abajo. Fue tanta la insistencia que su madre la complació.

Bastó que ambas saliesen para que el techo colapsara, causando el fallecimiento de una docena de personas. Mientras dejaba muchas otras heridas.
Las acusaciones
Todos se aglomeraron para darle el último adiós a los fallecidos. Sin embargo, el funeral fue el escenario para buscar (o inventar) culpables. La voz de un vecino fue suficiente para que el resto con piedras en manos atacasen a la niña como quien provocó el incidente.
En esta ocasión, también su familia salió herida. Sus padres llevados por su instinto paternal la protegieron a ella y a sus hermanos. El sacerdote del pueblo instó a la calma, explicando que era una locura acusarla.
Él la defendió, insistió que estaba bautizada y junto a la familia participaban activamente en las misas. Sin embargo, cegados por la rabia esperaron a la noche para incendiar el hogar de la niña.
Sus restos fueron encontrados calcinados, lo reconocieron por sus cabellos rojos. En la molestia febril, amarraron el cuerpo con una soga y llevaron arrastrando hasta un río al pie de un árbol.
Se cuenta que desde aquella época, muchos han visto a una niña con sus características vistiendo de blanco en las noches. Son múltiples los conductores que atestiguan verla por esa zona, el susto ha provocado numerosas muertes.